lunes, 25 de enero de 2010

levantar el polvo

Limpiar la casa. Arrancar las alfombras que albergan memorias ajenas y pulgas bien instaladas. -Recordar que uno no es sino polvo que alberga memoria. Olvidar la calle por un tiempo, por un rato no más afuera, tampoco más adentro, sino ahí donde se instala el polvo, en la superficie de las cosas. -¿Qué son las cosas sino cristales de tiempo? Encorvar la espalda y pulir el piso, recorrer con la epidermis el espacio que hace eco. -Sólo hay ecos donde hay paz. Los cristales empañados suspenden la entrada del sol, mirar la delgada línea que los separa y así en transitivo diagnosticar la casa. ¿Qué podemos hacer con todo esto que nos habita sin que lo habitemos del todo? ¿Acomodarse es lo único que nos corresponde? Mejor, despacio, sentarse y encontrar el latido del polvo, que aunque es pura memoria, arde.