miércoles, 28 de enero de 2009

Oda a la bicicleta

Iba por el camino crepitante:
el sol se desgranaba
como maíz ardiendo
y era la tierra calurosa
un infinito círculo
con cielo arriba
azul, deshabitado.

Pasaron junto a mí
las bicicletas,
los únicos insectos
de aquel minuto seco
del verano,
sigilosas, veloces, transparentes:
me parecieron sólo movimientos del aire.

Obreros y muchachas
a las fábricas iban
entregando los ojos al verano,
las cabezas al cielo,
sentados en los élitros
de las vertiginosas bicicletas
que silbaban cruzando puentes,
rosales, zarza y mediodía.

Pensé
en la tarde
cuando los muchachos
se laven, canten, coman,
levanten una copa de vino
en honor del amor y de la vida,
y a la puerta esperando
la bicicleta inmóvil
porque sólo de movimiento
fue su alma y allí caída
no es insecto transparente
que recorre el verano,
sino esqueleto frío
que sólo recupera
un cuerpo errante
con la urgencia y la luz,
es decir,
con la resurrección
de cada día.

(Pablo Neruda, 1956, Tercer libro de las odas)

martes, 13 de enero de 2009

El ¿eterno? retorno de lo mismo maldito y urbano

De vuelta a la ciudad. Aún no sabemos si la ciudad fue a perseguirnos allá, lejos, frente al mar sobrio (nosotros no, el mar, el mar...), o si fuimos nosotros y nuestra incapacidad para adaptarnos a un medio distinto los que regresamos a ella. Sea lo que sea, comienza otro año, como suelen decir nuestras convenciones "imaginarias" (C.) y simulamos un reinicio de proyectos...A lo mejor ciertamente el hecho de que el Sol reanude un ciclo, aporta algo de novedad a la repitición de lo inevitable: la novedad de que todo se repetirá en un escenario un poco distinto y bajo máscaras diferentes.

Para salir de la ironía empapémonos con una dosis de tranquilidad urbana: el alza en el precio del transporte público (?). Efectivamente, no partimos de cero muchachos, retomamos los mismos asuntos y mientras tanto, unos cuantos se aprovecharon de la narcótica distracción de las navidades para fregarnos. Ya que esto no es novedad y ya que sabemos que el año será igual de atroz o peor que el anterior (lo cuál tampoco sería novedad), pues despejemos el engaño con una dosis de enojo: ¿Le quitamos la palabra público a lo del transporte? Porque ya nos avisaron que si no tenemos dinero pues podemos tomar la bicicleta. A mí me habían enseñado que lo público es lo accesible a todos sin importar condición, edad, ingreso, raza, sexo y esas tarugadas identificadoras. Que efectivo remedio contra la interminable discusión sobre lo público o lo privado, porque de ahora en adelante, lo público se mide por la cantidad de lana en el bolsillo (para salir y comprar fregaderas o subirte al camión) y lo privado se reduce a lo que se queda en casa por jodido (los grillos y las paredes, siempre y cuando no sean rentadas). Elemental.

Olvidando este asunto, que no dejaremos por ahí nomás sino que lo iremos rumiando hasta detonarlo en ira callejera (quizá me suba disfrazado de cerdo a los camiones para que los usuarios se identifiquen conmigo y el chofer ni se inmute), pasemos a lo siguiente: ¿Qué hacemos con este año? Es decir, ¿qué hacemos con esta vida que se nos irá pasando en otro año más? La pregunta no sugiere que meditemos personalmente por aquello "que se nos antoja más" (aunque de algún modo sí), sino que más bien, la pregunta sirve como de freno antes de dar pasos anuales para detener un poco el frenesí de la vacación o del retorno animoso y exasperado al terreno extrañado de la ciudad (la vida urbana se ha vuelto, quizá, un vicio). Anti-narcótico este de las preguntas...Si no lo necesitan pues sigan adelante y vayan a otro blog, en mi lista hay unos más interesantes.

¿Qué haremos (nosotros y cada quién) pues, con este pasar (la vida) por el tiempo (el año)? Hoy no sé si vale la pena sentarse y meditarlo demasiado o si será mejor tomar la bicicleta y recorrer las calles. A veces las ideas nacen mejor paseando. Lo que ya me avispa ante una posible reflexión: este tiempo que viene podríamos pasarlo caminando por las calles. ¿Qué podríamos hacer? Efectivamente, ir al trabajo a pie, perder unos kilitos, respirar árboles (eso del aire es solo una metáfora), comer con los amigos y jugar dominó a media plaza, visitar al abuelo en algún parque (aprovecho para mandarle un abrazo tierno al mío); pasear al perro y soltarlo cuando pase el vecino, armar una cascarita en la calle, mirar el cielo azul o gris, tocar la guitarra en un puesto de tacos o de hot-dogs (para que la gente no pierda lo bohemio por lo canival), pintar unos muros con historietas cómicas o malhumoradas, o de perdida subirnos a un camión aerodinámico pintado con flores y poemas y con techo para mirar las estrellas, las jetas o asolearse, con buena música, sin temor a salir disparados por un frenón bestial.

Se me olvidaba que no se puede pensar sin las condiciones objetivas que permiten hacerlo: no hay tiempo para soñar, hay que partirse el lomo trabajando horas extra (para que las vacaciones del próximo diciembre estén igual de buenas o para que el niño coma porque nadie come sin trabajo...(pero sí hay subsidio al petróleo y no a la comida...)); los camiones sí dan frenazos y uno debe estar trucha para no descalabrarse contra el tubo por estar leyendo poemas pendejos; en las calles si juegas futbol no sigues los consejos de la SVT: "peatón (niño) favor de no salir a jugar en las calles" y seguramente serás calcamonía en rojo carmín; los amigos no están en las plazas sino encerrados frente a la t.v. bebiendo chela, peleando con la vieja o trabajando como enfermos; tocar guitarra es para hippies idiotas bohemios y eso ya pasó de moda, los tacos están más buenos si se comen más rápido, las bardas no se pueden pintar porque las leyes lo prohíben, los abuelos ya no pueden salir de casa porque no es seguro...como otro chingo de cosas que nos dan ganas de hacer y no nos dejan. ¿Y por qué no nos dejan? Por el mentado Estado de Derecho, el orden social, la armonía del pueblo mexicano, la seguridad, la patria, el progreso y la eficacia (lo único eficaz es la manera en que nos chingan con celulares y productos), por cultura y educación, por modales, porque es de güevones disfrutar la ciudad, para que el turismo no salga corriendo (es lo nuevo) o porque el narcotráfico esta duro...

Vaya, parece que este año será el mismo que el anterior. De entre todo lo que imagino que podría ser y hacer con mi ciudad, sólo un par de cosas me dejarán: caminar por la banqueta (si encuentro alguna y que no esté invadida por los autos) y tomar el camión (para reventarme la frente)....

A menos que...las leyes me atreva a romperlas, según un uso moderado de mi razón civilizada (a martillazos y sangre) y si nada me demuestra que no se puede, me atreva a cerrar una calle con mis compas y armar la cascarita, decirle a los autos que se vayan al demonio y que la ciudad es mía y no suya (seguramente no escucharán, no tienen oídos); o pinte mi casa de perdida según se me antoje, con mensajes subliminales y calaveras o con flores y cosas retro o de rojo frenético o quizá cite a mis compas en una glorieta a jugar dominó y me lleve mis bocinas para no oir el claxon de los idiotas sin imaginación atorados en su rutina y su falta de distracción y sentido del humor, sin las preguntas necesarias para darle en la madre a las cosas inútiles, como el miedo a la vida o a la muerte, como el temor a las autoridades, como el cumplimiento sin saber de qué y por qué y hasta cuándo, sin la estúpida espera de una ciudad distinta sin que yo me prenda y arme un borlote, sin la rebeldía alegre de quien revoluciona su vida cotidiana "sin mucho pancho" y sale a caminar discretamente por las calles, sabiendo que ese simple acto, el de tocar el asfalto con las suelas, cambia la visión y el tiempo, hace las cosas nuevas, inaugura un mejor año, detiene la estupidés y nos hace más listos (y no pagamos por un pésimo servicio que en otros países es gratuito).

Los miro por las calles, desde arriba, en mi farol con mosquitos....porque abajo, el mundo sólo se vuelve respirable para....los blancos sepulcros...

el alumbrado 2009